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Cuando llueve....


Semáforos

Faros de ciudad
Faros de ciudad
Pilar Palao antes Adriana Prieto

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A Pilar. Fotógrafa de la verdad.

La sabana de la noche liquida los últimos retoques de su puesta en escena: oscurece el cielo ya casi negro; trastorna en verdad la farsa diurna con su manto de sombras negras.
Los semáforos encendidos evidencian la niebla que nos ciega.
La gente se recluye en sus casas, si la tienen, de lo contrario se cobijan bajo los soportales en sus cajas de cartón.
A esa hora, la manada de coches rugientes, demuele el pavimento de la ciudad con sus neumáticos de marcas; las paredes, con gases de dióxido de carbono. Lo escudriñan todo con faros potentes. Quieren ser los putos amos. Sus pilotos rojos señalan líneas fronterizas.
Como fotógrafa intrépida te aproximas tenaz al núcleo duro. Eres descubierta. Van por ti; te deslumbran con sus focos; braman los motores. Tu buscas el espacio falaz que los sustenta. La aproximación genera espasmos de suspense, de riesgos inauditos: “perocongelaslaimagen”.
Mañana, por los diarios, sabremos de un coche empotrado contra un muro, o de una mujer que quiso ser testigo de sus fechorías y fue desparramada en el asfalto.
Si es así, cuando endurezca su piel será la bandera de una ciudad que recuerda su gesta cada vez que el sol de paso a las sombras de esas noches con malas intenciones.
Como testigo siempre habrá una foto congelada. Los semáforos, ordenando el tráfico y los intereses más espurios, dan fe con su presencia de lo esencial de esa fotografía osada que hace historia.

mp 31/01/2020

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