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Valle del Jerte

Todavía el frío subyuga desde las cumbres, imponiendo su imperio sobre los atardeceres y las noches, resistiéndose a marchar perezoso en la mañana.
Todavía en algún fogón se asan castañas.
Todavía.
Pero el Valle acogedor da cobijo como una buena madre. No deja escapar el calor de esos primeros rayos poderosos del astro que aspira a reinar.
De repente, sin previo aviso, la explosión de los cerezos inunda y fecunda las almas, los paisajes y los sueños, con su blanco rosa pálido, dulce y alegre.

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