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Casi una tormenta

La noche ya se hacía dueña de mi ciudad, y desde un alto se veía claro que se avecinaba otra tormenta, la batalla parecía servida, pero aún quedaba una hermosa calma, que vivía tímida, entre la oscuridad natural del cielo y la luz artificial de la ciudad. He intentado atraparla con toda su belleza.

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